Junto con San Agustín, llega a Inglaterra a finales del S. VI una pléyade de santos.
Hoy celebramos a San Agustín de Canterbury, enviado a Inglaterra por el Papa San Gregorio el Grande para evangelizarla.
Junto con San Agustín partieron 30 monjes del Monasterio de San Andrés en la Colina Coeli.
Esta expedición partió en el año de 596, pero llegando a la Provenza, en Francia, tuvieron informaciones sobre la supuesta (y a veces no tan supuesta) ferocidad de los habitantes de las tierras que evangelizarían, por lo que convencieron a Agustín que debían regresar y avisar al Papa.
Sin embargo, después que el Pontífice les envía palabras de aliento, siguen adelante.
Desembarcan en la isla de Thanet que estaba gobernada por Etelberto de Kent, quien los recibe sentado en una encina, les da alojamiento en Canterbury y permite que se predique el cristianismo a sus súbditos.
El propio rey Etelberto recibe el bautismo en el año 597. Tras él, sigue muchos de sus súbditos. Habiendo regresado por unos días a Francia, San Agustín fue allí consagrado obispo.
San Agustín envía a Roma a dos de sus monjes para que le cuenten al Papa de los progresos de la fe y le pidan más misioneros. Regresan con los misioneros pedidos pero además con un palio de Arzobispo para San Agustín. Eran joyas las que enviaba el Pontífice a Inglaterra, pues entre los nuevos evangelizadores habían 3 santos. Envió también el Sucesor de Pedro muchos ornamentos litúrgicos.
Ordenó el Pontífice que no se destruyesen los templos paganos sino que se cristianizasen. También que se respetaran en lo posible las costumbres locales.
En Canterbury, San Agustín reconstruyó un antiguo templo, y ese fue el núcleo de la basílica metropolitana. Fuera de la ciudad fundó el monasterio de San Pedro y San Pablo.
Instituyó también las sedes de Londres y Rochester. 7 años después de llegar a Inglaterra, Dios lo llamó a sí, el 26 de mayo de 605.
Tomado de: Gaudium Press en Español