Con María tuve la experiencia de su ternura en el camino

El 8 de mayo se celebra la solemnidad de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina y este el tema que aborda Mons. Jorge Lozano en su reflexión semanal.

A partir de su propio testimonio de cercanía a María a través de esta advocación, el Secretario general del Celam invita a renovar nuestra confianza en el cariño y la ternura de la Virgen María presente en el santuario de Nuestra Señora de Luján.

Bálsamo para las heridas

«He podido experimentar, como en los momentos de penumbra, de tinieblas que atravesamos y que a mí mismo me ha tocado vivir; sentir la ternura de la Virgen es como un aliciente, una esperanza para seguir andando. Le he pedido a ella seguir con mucha fuerza que no me abandone, que me ayude en mi servicio y entrega a los demás,» comenta.

Igualmente, recuerda que hace muchos años hizo parte de una peregrinación juvenil al santuario de la Virgen de Luján. Tiempo que fue una experiencia muy fuerte de fe, que le permitió «compartir el camino, la noche, el cansancio, las lágrimas. En esas ocasiones he caminado junto a jóvenes y adultos que llevaban pesadas cargas y angustias profundas».

No obstante, asegura que en todos habitaba la certeza de ir al encuentro de una Madre que ama y cuida de cada uno.

Peregrinos con historia

Así el arzobispo de San Juan de Cuyo, recuerda que entre los peregrinos con los que viajó había historias de enfermedades, traiciones, desocupación, soledad y él mismo estaba atravesando momentos de oscuridad y prueba; por lo que caminó y rezó sin alejarse de su propia contradicción que entregó con confianza en las manos de la Virgen.

«“Madre, tú me conoces, tú sabes lo que hay en mi corazón… no me dejes aflojar,” era una de sus peticiones porque sabe que a la casa de María siempre se acude con una petición y un motivo para agradecer.

«Con María tuve la experiencia de su ternura en el camino, ella sabe curar las heridas,» afirma al tiempo que reconoce que siendo una mujer atravesada por la espalda del dolor nos enseña a hacer lugar a la vida como viene.

«Siempre nos abraza con cariño y comprensión infinita. No tenemos nada que explicar ni justificar, ella ya sabe,” agrega.

Un camino a Jesús

Ante la inminente llegada de la fiesta en su honor, los recuerdos con Nuestra Señora de Luján y el milagro histórico de la carreta que no se dejaba mover sin que bajaran su pequeña imagen; puede considerarse según Mons. Lozano es el comienzo de una larga historia que constata su deseo de reunirnos como familia e hijos de Dios.

Para el prelado, María es una presencia permanente en la Iglesia que nos lleva a Jesús, de ahí la importancia de acercarse a ella, que no es otra cosa que compartir la vida con quienes nos reconocemos de su familia.

«Mirando a los hombres y mujeres que peregrinan a su Santuario surge también una misiónporque para ayudar a la Virgen tenemos que atender la mesa de los pobres, visitar a sus hijos enfermos, acompañar a quienes sufren soledad y abandono,» advierte.

Contemplación y confianza

Recordando que en abril de 2020 la pandemia impidió la realización del Congreso Mariano Nacional en la localidad de Catamarca y que en agosto de ese mismo año se realizó de forma virtual con el lema «María, Madre del Pueblo, esperanza nuestra,» el arzobispo argentino insiste en que al contemplarla siguen confiados en su amparo constante.

Razón por la que el arzobispo de San Juan de Cuyo pensando en las realidades del país, como el inicio de los procesos leccionarios de varias provincias, advierte que es necesario acudir a la intercesión de Nuestra Señora de Luján para pedirle que ayude a cuidar la Patria, que no se resquebraje el tejido social y no crezca la violencia en los corazones o en los barrios.

Si bien todos los argentinos anhelan que las elecciones se desarrollen con normalidad, el prelado indica que en ello hay responsabilidad desde el Estado, los partidos políticos y los ciudadanos porque «a cada uno le corresponde un papel y una responsabilidad que hacen al bien de la República,» aclara.

Realidad: causa de oración

Reflexión que cierra trayendo a la memoria la Asamblea Plenaria del episcopado argentino en la que entregaron un mensaje a propósito de los 40 años de la vuelta de la democracia en el país. Un espacio en el que compartieron su preocupación por diversos aspectos de la realidad del país que a la vez constituyen una intensa súplica a la Virgen de Luján y de la que tomo el siguiente fragmento:

“Día tras día vemos un pueblo que sufre. Pesa el agobio del desencanto, las promesas incumplidas, los sueños rotos. Pesa también la falta de un horizonte claro para nuestros hijos. Angustia sentir que es cada vez más difícil poner el pan en la mesa, cuidar la salud, imaginar un futuro para los jóvenes. Se suman el miedo a salir a la calle, la violencia y la agresión generalizada. Se hace sentir cada vez más la pérdida de los valores que sostenían la vida familiar y social.

Nos duele en el alma la deserción de los chicos del colegio, las aulas reemplazadas por una esquina o un rincón peligroso a la vista de madres impotentes. Volvemos a olvidar que la mejor política de seguridad es la educación”.

Tomado de: ADN Celam

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