En la celebración del Domingo de Ramos, “Jesús quiere dejarse aplaudir, de alguna manera, dejarse vivar, alabar por su pueblo”, afirma Mons. Óscar Ojea en su habitual comentario dominical. El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina destaca que “el entusiasmo de los apóstoles llama la atención, esto se hace contagioso, se contagia a los niños, a los jóvenes, para recibir al Señor en Jerusalén como el Rey Mesías”.
Un Mesías montado en un asno
Sin embargo, llama a fijarse en “qué Mesías entra en Jerusalén, un Rey montado sobre un burrito, montado sobre un asno, como signo de humildad”. El obispo de San Isidro hace ver que “Jesús no es un ilusionista, no nos quiere engañar, no es un vendedor de humo, no nos promete el éxito y mucho menos inmediato”, recordando que Jesús nos dice: “El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue con su Cruz y me siga”.
“Ese es el camino del seguimiento de Jesús, que vamos a ver después en el relato de la Pasión”, recuerda Mons. Ojea. Para el obispo argentino, “ese Jesús que hoy es vivado por su pueblo a través de las palmas de olivo, que usamos como signos de alabanza, ese Jesús va a tener que soportar que el mismo pueblo que lo alaba, el Viernes Santo diga: ‘Crucifíquenlo, crucifíquenlo’. Es el mismo Jesús que va a vivir la traición, el abandono, un juicio injusto, que va a vivir la calumnia, la flagelación, la coronación de espinas, la muerte en la Cruz”.
Pensar en quienes están llevando la Cruz de Jesús
Desde ahí llama a entender que “tenemos que pensar quién vive esta situación hoy en el mundo, cuántos abandonados, traicionados, crucificados existen en el mundo en que vivimos”. Para ello señala que “es bueno en esta Semana Santa pensar en aquellas personas que están llevando la Cruz de Jesús, que han conocido en algún momento lo que es sentirse queridos como un Domingo de Ramos, sentirse aplaudidos, sentirse contenidos por un amor, por un cariño, por una familia, por una comunidad y ahora se encuentran solos, abandonados, soportando lo que significa soledad, o enfermedad o desprecio”.
Finalmente, el obispo a tener “en el corazón a tantos hermanos nuestros que están viviendo esta realidad y pensemos en nuestras cruces”, llamando a preguntarse: “¿Cómo las estamos llevando?, ¿Las estamos llevando junto a Jesús, las estamos llevando como un aprendizaje de humildad, de paciencia, de entrega, de generosidad o las llevamos solos?”. Cruces que “llevamos con Jesús que nos alivia el peso, con él, el yugo es suave y la carga ligera”, invitando a que “sigamos al Señor en esta Semana Santa y aprendamos en esta escuela el amor que él quiere comunicarnos a través de esta escuela de la Cruz”.
Tomado de: ADN Celam