Teólogos, moralistas, misioneros y confesores están llamados a entrar en relación viva con el Pueblo de Dios, atentos al grito de los últimos. A los miembros de la Pontificia Academia Alfonsiana, el Papa recomendó el discernimiento en el signo de la misericordia.
Utilizar el «lenguaje de la gente» y elaborar propuestas de vida moral practicables y humanizadoras para hacer accesibles los frutos de la reflexión teológica. Esta es la invitación que el Papa dirige a los miembros de la Pontificia Academia Alfonsiana y a los participantes en la Conferencia «San Alfonso: pastor de los últimos y doctor de la Iglesia», unas trescientas personas en total recibidas en la mañana de este jueves 23 de marzo en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. La exhortación es a «estar siempre del lado del ser humano concreto, «no olvidar el sentir del pueblo» al que cada uno pertenece, utilizando las herramientas de la reflexión ética para construir sólidos terraplenes que lo defiendan de la mentalidad rampante del eficientismo y del descarte».
«Has sido sacado del ‘rebaño’, perteneces a él, no olvides el aire del pueblo, el pensamiento del pueblo, el sentimiento del pueblo. Y esto no es comunismo, socialismo, ¡no! Esto es el santo pueblo fiel de Dios que es infalible ‘in credendo’, ¡no lo olvidéis! Vaticano I y luego Vaticano II».
No a una moral fría
La llamada es a «ofrecer una propuesta de vida cristiana» que «no sea, sin embargo, una moral fría, de escritorio»: una propuesta madurada por un «discernimiento pastoral cargado de amor misericordioso, orientado a comprender, perdonar, acompañar y sobre todo integrar». En efecto, toda propuesta teológica moral tiene como fundamento el amor de Dios. El Santo Padre comparte un recuerdo personal al respecto:
«Piensen que no podíamos, estaba prohibido leer el primer libro de Häring, «La ley de Cristo»: «¡No! ¡Es herético, no pueden leerlo!». Y solo yo estudiaba con esa moral: «Pecado mortal si faltan dos velas en la mesa, venial si sólo falta una»… Y toda la casuística así y lo digo humildemente… Gracias a Dios eso ha pasado, era una moral de escritorio fría».
De ahí la exhortación:
Los teólogos morales, los misioneros y los confesores están llamados a entrar en relación viva con el Pueblo de Dios, asumiendo especialmente el grito de los últimos, para comprender sus dificultades reales, mirar la existencia desde su ángulo y ofrecerles respuestas que reflejen la luz del amor eterno del Padre.
El «camino intermedio» de la escucha y la confrontación
Pensando en las cuestiones de bioética, el Papa nos pide cultivar «la paciencia de la escucha y de la confrontación, como recomienda san Alfonso para las situaciones de conflicto». Se trata de una actitud fundamental para «la búsqueda de soluciones comunes que reconozcan y garanticen el respeto del carácter sagrado de toda vida».
«Es necesario huir de dinámicas polarizadoras extremistas, típicas más del debate mediático que de una sana y fecunda investigación científica y teológica: aplicar más bien el principio, siempre indicado por san Alfonso, de la «vía media», que no es equilibrio diplomático. No, la vía media es creativa, brota de la creatividad y crea. Sólo quien ha estudiado y quien ha practicado puede comprenderlo. ¿No hacemos el equilibrio? No, esto no es la vía media. La propuesta bioética debe estar atenta a los dramas reales de las personas, que a menudo se encuentran confundidas ante los dilemas morales de la vida».
Una conciencia madura
En el complejo y rápido cambio de época en curso, Francisco invoca el protagonismo de personas dotadas de una «conciencia madura» que se pongan al servicio de los hermanos, capaces de elaborar «argumentos razonables y sólidos, enraizados en la fe, aptos para conciencias adultas y responsables». «La conciencia -explica- es el lugar donde cada hombre se encuentra a solas con Dios», en el que resuena la Palabra del Creador, en cuya escuela «cada persona aprende a dialogar con los demás».
Humildad y esperanza
La mirada del Pontífice se extiende también a cuestiones de moral social. La actitud sugerida para entrar en el complejo tejido de la sociedad en la que vivimos es la de caminar humildemente junto al pueblo de Dios, evitando actitudes de condena:
«La crisis ambiental, la transición ecológica, la guerra, un sistema financiero capaz de condicionar la vida de las personas hasta crear nuevos esclavos, el desafío de construir la fraternidad entre las personas y entre los pueblos: estas cuestiones deben estimularnos a la investigación y al diálogo. ‘El Señor es el fin de la historia’ y el género humano, renovado en Cristo, está destinado a crecer como familia de Dios».
Junto a las graves cuestiones morales de la emigración o la pederastia, hoy se añaden las de los beneficios concentrados en manos de unos pocos o la división de poderes mundiales. Francisco nos anima a aceptar estos desafíos con confianza, «dispuestos a dar razón de la esperanza que hay en nosotros», atentos a la Verdad que salva y al bien de las personas.
75 años de actividad
La Pontificia Academia Alfonsiana celebrará el próximo año 75 años de actividad. Fundada el 9 de febrero de 1949 por los Misioneros Redentoristas, forma parte de la Pontificia Universidad Lateranense. En el espíritu de san Alfonso María de Ligorio, renovador de la teología moral en su siglo, y en sintonía con el Magisterio de la Iglesia, expresado en particular en el Concilio Vaticano II, el Pontificio Instituto se orienta hacia el conocimiento total del hombre en su dimensión personal y cristiana.
Tomado de: Vatican News
Paolo Ondarza